lunes, 28 de marzo de 2011

Próximamente...



lunes, 8 de noviembre de 2010

I Wanna Be!






Como decía en mi post anterior, el social media está de moda. Y decir que está de moda es una forma demasiado suave de describir lo que ya podemos considerar como una nueva forma de hacer publicidad, de dar a conocer productos, de comunicarnos, en definitiva, de vender. Comentaba también lo bochornoso del crecimiento del número de advenedizos en esta especialidad, de comunicadores que no saben comunicar, de dinamizadores que no saben dinamizar, de usurpadores en busca de presas fáciles a las que vender sus propuestas de humo y fantasía.

Imaginaba, y ahora confirmo, que todas estas reflexiones que tantas veces hago tanto en alto como en silencio, no son, para mi alivio, exclusivas, sino un cada vez más común sentimiento en el sector, y como las grandes soluciones son casi siempre producto de las grandes necesidades, algunas de las mentes más lúcidas del sector concluyeron que ya que la comunicación no entiende de formatos y medios, no estaría de más reciclar talento offline convirtiéndolo en online. Y así, o así imagino yo que ocurrió, fantasioso como soy, nació Iwannabe

Iwannabe reune a algunos de los más grandes profesionales y empresas del sector para ofrecer la formación que cualquier profesional de la comunicación debería tener. Una opotunidad única de aprender Internet de la mano de algunos de los que ayudaron a crearlo. La solución definitiva para aquellos que quieren dejar de querer ser, para por fin, empezar a serlo.

Resulta alentador ver surgir iniciativas de este tipo que sirvan para reciclar a auténticos expertos que empezaban a verse desplazados injustamente del mercado, y presiento que sin duda este master va ser un referente en formación del sector digital.

I Wanna be... do you?

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La moda del Social Media




"Una ardilla podría recorrer España de Community Manager en Community Manager".

Lo dijo otra persona, pero yo se lo escuché a mi amigo Miguel Orense. Y la verdad es que me parece una grandísima descripción de lo que está pasando de una forma que roza la indecencia. Yo no me dedico al Social Media, mi especialización es un poquito más amplia, pero visto lo visto, con toda garantía (de hecho, campañas he llevado unas cuantas), podría poner el título en mi tarjeta y firma sin miedo a quedar mal. Al menos no tan mal como otros que a los cuatro vientos claman serlo. Pero me vence el pudor que a otros les falta.


Entiendo que en tiempos de crisis, la opción de una especialización no del todo mal pagada y sin las bases todavía claras, resulta para muchos una atractivísima oportunidad, pero creo que por respeto a los auténticos profesionales de la comunicación online, en ocasiones peor pagados que los pseudos, alguien debería de una vez empezar a tomar cartas en el asunto y parar los pies a esta gran comunidad de managers que, recuerdo con claridad, hace dos años y medio cuando yo regresé a España desde Inglaterra, a la pregunta de ¿tienes Facebook?, contestaban con un ¿Face-qué?.


Dicho esto paso al tema del post, que como llevo tiempo sin escribir se me amontonan las reflexiones, que se convierten en palabras que se quedan agitando los brazos para no perder el equilibrio y cruzar la finísima línea de la ofensa.


Teniendo claro las empresas que las redes sociales son la repera porque todos o casi todos estamos en ellas, por fin se han puesto con las manos y el dinero a la masa creando la oferta que genera la demanda que corrompe, como digo arriba, la profesión. Y haciendo hueco en sus oficinas de diseño se dedican a crear departamentos que se encarguen de atender una reputación que a día de hoy va mucho más allá del mundo offline y tener en cuenta lo que el cliente opina de sus productos.


Todo esto, es un innegable y grandísimo paso en pos del reconocimiento de un sector que hasta hace bien poco era tierra de nadie y por el que nadie apostaba. Por fin se da voz y se escucha al cliente, porque sin el cliente no hay producto y sin el producto no hay empresa. El problema, en mi opinión y basándome en lo que veo, es que muchas empresas no acaban de entender que lo fantástico de esta nueva vía de comunicación no es la posibilidad de contratacar a aquél osado comprador que se atreve a criticarnos con otros cien comentarios que le dejen por mentiroso o equivocado, sino aprender a mejorar con sus errores


¿En qué podemos mejorar para que nos quiera, Sr. Cliente?


Y desde este humilde blog, yo afirmo que aquella empresa que sepa hacer esta pregunta y tener en cuenta las respuestas, tendrá abiertas las puertas de los éxitos.


Amén.

martes, 25 de mayo de 2010

¡Pa’ habernos matao! (“Pelaez, Currante Online” Cap. I)


Si Pelaez hubiera sabido que esa invitación que había recibido para asistir al evento de Google en el que “tendría la oportunidad de ser asesorado por uno de sus expertos” estaba envenenada e iba a poner su futuro profesional y la pensión de sus exmujeres en peligro, nunca hubiera asistido. Pero a pesar de los años de experiencia, de todo el dinero invertido en consejos sin éxito de gurús de medio-pelo, los retornos de inversión negativos y las largas noches redirigiendo tráficos rebeldes, Google seguía teniendo esa capacidad para hacerle sentir especial cada vez que le invitaba a un evento.

Todo iba bien hasta ese momento, las inversiones en Adwords traían sin falta los beneficios necesarios a su empresa para que nadie se pusiera nervioso y las imágenes de las enormes colas en las puertas de las oficinas de empleo le resultaban, aunque perturbadoras, lejanas. Hasta ese día.

“Si este joven Account Manager de Google tan simpático, dice que debo crear una cuenta aparte para la red de contenidos, ¿quién soy yo para no hacerlo?”, pensó. Y así lo hizo.

Los días pasaban y lo que antes era tranquilidad comenzó a ser nerviosismo, la sonrisa del director, mueca… Algo estaba fallando y lo que antes eran cientos de conversiones, comenzaban a ser decenas... Y eso en el mejor de los casos.

Pelaez negaba la obviedad que le escupían los datos que, cada vez con más frecuencia (F5, F5, F5!!!!!!), comprobaba. ¿Cómo no iba a funcionar lo que le había recomendado un “experto” en Adwords del propio Google? Pero los datos no engañan y el buscador más importante del mundo es, cada día más, un ser vivo inteligente y autónomo que, a la historia de Pelaez me remito, ni los expertos pueden manejar a su antojo.

Pelaez reunió a sus jefes para comunicarles que, ya que era el colegio de sus hijos y su cuello los que estaban en juego, bajo su cuenta y riesgo volvía a poner las redes de contenidos junto con las de búsqueda en las cuentas.

Y poco a poco, el tráfico descarriado volvió al redil, la tranquilidad a la oficina y la sonrisa a la cara del director.

Pelaez, nuestro héroe, probablemente nunca trabaje en Google, pero ha descubierto que incluso los expertos empleados de Google pueden equivocarse. Sobre todo cuando lo que se juegan, es la pensión de las exmujeres de otros.

martes, 11 de mayo de 2010

La complejidad de lo simple






No le demos más vueltas, en una estrategia online el mayor porcentaje del secreto del éxito, como en casi cualquier otra faceta de la vida está en el trabajo. Hay una parte fundamental de suerte y conocimiento, pero es raro el fracaso cuando se han dedicado el tiempo y los esfuerzos necesarios al proyecto. Podemos y debemos, porque los que nos dedicamos a esto también somos creadores de expectativas e ilusiones, aliñar nuestro trabajo con un poco de misterio, de secretismo de experto, de media-sonrisa y guiños de picardía, pero al final son las horas que dediquemos lo que más influirá en lo bueno o malos que sean nuestros resultados.


Gestiono un gran presupuesto de Adwords y dedico horas y horas a analizar datos de entrada, datos de salida, tasas de rebote, tiempos medios, palabras claves y palabras no tan claves y normalmente, mis intuiciones suelen ser acertadas, pero en otras ocasiones como si los clientes que generan el tráfico, que genera las ventas, que provoca la sonrisa, que mueve la mano, que firma el cheque, que paga el sueldo que paga mi hipoteca, se supieran vigilados y decidieran llevarme la contraria, no lo son tanto. Por suerte, leo otros blogs y escucho a otros profesionales repetir una y mil veces (es un poco, reconozcámoslo chicos, la frase de moda) que de los errores es de lo que más se aprende y por ello no me doy por vencido y al final casi siempre salvo las naves justo antes de estrellarse en el muro de la oficina del INEM que hay a cien metros de mi casa.


Y a veces incluso, después de horas analizando datos que me lleven a conseguir esa conversión liberadora, o siguiendo el consejo del que probablemente sea el SEO más importante del país, Miguel Orense, intentar adivinar cuales serán las keywords de moda este verano, descubro que muchas veces la clave no está en las leyes del marketing sino en la pura y dura lógica, en aceptar que nuestro cliente es humano y, como me ha ocurrido recientemente dando pie a este post, descubrir que mis anuncios doblan o incluso triplican sus clics por el simple hecho de añadir en el texto la frase “últimos días” o “últimas unidades” o incluso, si el producto lo permite, la palabra más deseada por el ciudadano medio mundial después de la rarísima frase ¿en tu casa o en la mía?: Gratis.


Si no me creen, pruébenlo, pero por favor, no digan que lo han leído aquí, yo soy un profesional de la complejidad.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La red es cada vez más social


Finalmente se acabó la lucha y los profesionales de la publicidad digital ya casi no tenemos que convencer a nadie de la absoluta necesidad de cualquier empresa de estar en Internet. La realidad de que una marca no existe si no está en la red, se ha convertido en algo tan obvio que ya ni se nombra, y en las reuniones de directivos ya no se decide si invertir o no en medios digitales, sino en cuáles y cuánto.

La lucha por el posicionamiento tanto orgánico como de pago en los buscadores en general y en Google en particular, es hoy en día más activa que nunca. Las empresas crean departamentos enteros destinados a este fin y los profesionales del posicionamiento en buscadores, algunos más profesionales que otros, se dan baños de masas en eventos y charlas multitudinarias por todo el país como si fueran estrellas del rock. Los gurús del marketing online, demuestran sus capacidades aplicando sus propias técnicas marketinianas sobre sus propias personas.. o personajes. Pero todo empieza y todo termina y en este sector que se reinventa cada día, hace falta innovar constantemente, presentar nuevos productos, nuevas formas de publicidad que justifiquen salarios. Ayer era el SEO, hoy son las redes sociales.

Y si no hablas de ellas, las nombras en las reuniones, en tu blog (sirva este de ejemplo) o en las entrevistas de trabajo, no eres nadie en este mundillo.

Pero la publicidad en las redes sociales, alumbre más o menos a aquel que alardee de dominarla, es sin duda una necesidad para cualquier empresa. No tanto para vender, al menos a corto plazo, como para entender qué quieren o esperan de nosotros nuestros clientes, y sobre ello tomar decisiones. No tener una presencia social hoy en día es uno de los mayores errores que una empresa que se precie como tal puede cometer. Nunca antes existió para la empresa una oportunidad mejor de interacción con el cliente, y saber aprovecharlo puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

No sólo nuestra empresa debe tener presencia en las redes sociales, sino también debemos aprovecharlo para entender y atender a nuestros cliente, darle lo que busca, intuir que es lo que necesita y ofrecérselo haciéndole ver que somos algo más que una imagen y un precio, que estamos aquí para cubrir sus necesidades, para cumplir sus deseos y hacer realidad sus sueños.

Porque un cliente que sueña, es un cliente contento.

jueves, 29 de abril de 2010

Google ya no es lo que era

Una de mis últimas ensoñaciones de cabecera tiene guión profesional. En ella, imagino a los jefazos del todopoderoso Google mirándonos al resto de los mortales desde arriba. Nos observan con sonrisa burlona y curiosidad infinita bailar al ritmo de sus palmadas. Desde su nube, sentados con los pies colgando, observan nuestra atención a cada una de sus acciones, y a veces nos ven llorar y otras reír, pero nunca ignorar el más mínimo de sus gestos.

Hubo antes otros semidioses tecnológicos a los que primero alabamos y luego, al principio con timidez y más tarde con furia, acabamos odiando, y en estos días en los que los adolescentes universitarios californianos ya no sueñan con fiestas en piscinas de mansiones de Beverly Hills (cada cosa a su tiempo) sino con garajes en los que crear programas informáticos que dominen el mundo, es sólo cuestión de tiempo que otros muchos vengan y hagan bueno al último que se fue.

Asistimos, sin duda, al principio del declive de Google, o al menos de su imagen. Después de más de una década en la que cualquiera de sus movimientos y productos causaba una incontrolable fascinación por los colores atrevidos de sus logos, porque sus ejecutivos iban en vaqueros, pero sobre todo, porque representaban esa pequeña aldea gala que el emperador romano Microsoft no conseguía conquistar a pesar de su poderosísimo ejército, Google empieza a dejar de ser nuestro mejor amigo ahora que ya no nos llama tanto desde que sale con sus nuevos amigos ricos, y si lo hace, la sospecha de que al final nos acabará pidiendo algo, nos impide disfrutar de la cita con plenitud. Después de años de indiscutible impunidad, gran parte del mundo empieza a pensar que quizá, sí que era tan fiero el buscador como sus competidores lo pintaban.

Y lo cierto es que en realidad algo está cambiando en Google, no por la gratuidad de sus herramientas, que nunca existió, ni por su control de los datos de los usuarios que siempre existió y que es precisamente la forma con la que financia los productos que "regala", sino por lo dudoso de sus resultados de búsqueda orgánicos.

Google sucumbe cada día más al encanto de los poderosos. La calidad de sus resultados orgánicos, que tan rápido le hizo crecer sobre sus competidores, empieza cada día más a brillar por su ausencia y, aunque su algoritmo es más secreto ya que la propia fórmula de la Coca Cola y nadie sabe con certeza bajo qué criterios tendrá el buscador a bien colocar tu empresa entre sus primeros puestos, al final siempre son sospechosamente los mismos resultados de las mismas grandes empresas los ofrecidos.

Google vende su producto de Adwords como la opción de publicidad para aquéllos dispuestos a cambiar esfuerzo por dinero y deja, en teoría, el resto de sus resultados para las webs realmente relativas a la búsqueda de los usuarios. Pero hace tiempo que esto no es cierto. Si uno busca, por ejemplo, un restaurante u hotel, los negocios con poco presupuesto para publicidad online -pero de gran servicio y calidad- no serán ofrecidos en las primeras páginas de resultados y, la unión entre cliente y negocio de pocos recursos no llegará a ocurrir, acabando el usuario con toda probabilidad comiendo o durmiendo en el hotel o restaurante de una gran cadena o que tenga gran presupuesto para marketing online. Lo injusto de esta situación es clara, y de ahí la fuerza que empiezan a tener las redes sociales en las que el usuario por fin comienza a tener voz y voto sobre las empresas y productos, restándole cada día más poder a las grandes agencias de publicidad capaces de convertir el hierro más oxidado en el oro más brillante.

El rey Google comienza a dar indudables muestras de debilidad y quizá sea éste un buen momento para que los nuevos líderes que tomen el relevo demuestren que Internet es una auténtica democracia.