martes, 11 de mayo de 2010

La complejidad de lo simple






No le demos más vueltas, en una estrategia online el mayor porcentaje del secreto del éxito, como en casi cualquier otra faceta de la vida está en el trabajo. Hay una parte fundamental de suerte y conocimiento, pero es raro el fracaso cuando se han dedicado el tiempo y los esfuerzos necesarios al proyecto. Podemos y debemos, porque los que nos dedicamos a esto también somos creadores de expectativas e ilusiones, aliñar nuestro trabajo con un poco de misterio, de secretismo de experto, de media-sonrisa y guiños de picardía, pero al final son las horas que dediquemos lo que más influirá en lo bueno o malos que sean nuestros resultados.


Gestiono un gran presupuesto de Adwords y dedico horas y horas a analizar datos de entrada, datos de salida, tasas de rebote, tiempos medios, palabras claves y palabras no tan claves y normalmente, mis intuiciones suelen ser acertadas, pero en otras ocasiones como si los clientes que generan el tráfico, que genera las ventas, que provoca la sonrisa, que mueve la mano, que firma el cheque, que paga el sueldo que paga mi hipoteca, se supieran vigilados y decidieran llevarme la contraria, no lo son tanto. Por suerte, leo otros blogs y escucho a otros profesionales repetir una y mil veces (es un poco, reconozcámoslo chicos, la frase de moda) que de los errores es de lo que más se aprende y por ello no me doy por vencido y al final casi siempre salvo las naves justo antes de estrellarse en el muro de la oficina del INEM que hay a cien metros de mi casa.


Y a veces incluso, después de horas analizando datos que me lleven a conseguir esa conversión liberadora, o siguiendo el consejo del que probablemente sea el SEO más importante del país, Miguel Orense, intentar adivinar cuales serán las keywords de moda este verano, descubro que muchas veces la clave no está en las leyes del marketing sino en la pura y dura lógica, en aceptar que nuestro cliente es humano y, como me ha ocurrido recientemente dando pie a este post, descubrir que mis anuncios doblan o incluso triplican sus clics por el simple hecho de añadir en el texto la frase “últimos días” o “últimas unidades” o incluso, si el producto lo permite, la palabra más deseada por el ciudadano medio mundial después de la rarísima frase ¿en tu casa o en la mía?: Gratis.


Si no me creen, pruébenlo, pero por favor, no digan que lo han leído aquí, yo soy un profesional de la complejidad.

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